viernes, 22 de junio de 2012

El Mosquito


James Kirk: (Tumbado en el suelo, con un golpe en la cabeza. Se levanta, se limpia un poco el polvo, que aún queda y le cubre todo el cuerpo. Mira a su alrededor) ¿Dónde estoy? ¡Qué prisión es esta! No recuerdo como he llegado aquí. No recuerdo… haber nacido… (Se rasca la herida) Sangre…pero, no hay golpe de donde provenga, no debe ser mía… (La huele, la saborea) O sí… Me recuerdan a… le conocí en…no lo recuerdo…en algún sitio y…sí, en algún sitio, y recuerdo que iba vestido y hablaba y esas cosas que hacemos. Su vientre olía a cerezas, y su pelo era un lecho de hojas húmedas. Pero no recuerdo su cara… Su mirada centelleaba y la cubría con luz que ahora el tiempo oscurece… ¡Qué desgracia dar voz a palabras que terminan en oídos huecos! Pero, ¿y si…? Sí consiguiera una hoja con sabor a cereza, ¿qué diferencia habría? Toda a la vista y ninguna en mi mente… Entonces, ¿qué somos? Olas que con sus embates dibujan sus almas con espuma en la roca. Espuma que se pierde y deja intacta la piedra… (Ataque de tos. Se huele la mano) Yo…sí…fui yo a quien creí conocer hace tiempo…Y yo el que soy hoja y cerezas…Ya estoy cansado de hablar…Y aún apenas he empezado. Todas las acciones llevadas a cabo me han llevado a este momento, y ni siquiera recuerdo lo que he hecho. ¡Sí!, espera…olía a cerezas y... ¿Quién? Ya no lo recuerdo… ¡Ah sí! Queréis historias que descorchar y celebrar. ¡Fijaros en las vuestras!  ¡Dejadme en paz! (Silencio) ¿Escucháis? Tenéis historias que bombean sangre. Yo quiero estar donde estáis vosotros. Aquí sólo os sirvo, pero os quiero compartir. Uno se siente muy solo en este lado. (Se limpia un poco más el polvo) Acumulo polvo y ni siquiera me doy cuenta, como un mueble viejo sin anticuario. Acumulo tiempo… El tiempo… ¡El tiempo es nuestro común océano, sí! Y… ¿qué más compartimos? El inicio, y el final. Pero yo quiero más. ¡Quiero salir de aquí! (Sale. Pausa. Vuelve a entrar) No aplaudan, aún no les he dicho nada. Y algunos de ustedes ni siquiera me estaban escuchando. ¡A qué esperan para marcharse! ¡No voy a contarles nada! ¡Váyanse! (Se queda de pie, con los brazos cruzados, mira su reloj. Luego al público) Sí, lo he sacado de por ahí, estaba en el suelo. O no, espera, eso no tiene emoción, esperen…menos emoción aun…Me cayó del cielo, ¿les vale? ¿No, verdad? Pueden irse entonces… (Vuelve a esperar) Usted (señalando a alguien entre el público) ¿Cómo se sentiría si le obligaran a compartir su vida ante tanta gente? Y sí, he dicho obligar (mira al cielo. Vuelve a mirar a la persona entre el público) Veamos... Usted es persona, pero no sé si humano, se ha colado aquí porque estaba persiguiendo a esa señora (señalándola), pero no por su belleza o su color de mandarina, sino por afición, por desconocimiento. Le gusta perseguir a gente durante un rato y luego irse a casa a tomarse una sopa bien fría. Les deja objetos en el suelo, un reloj en este caso (cogiendo la muñeca de la señora) Mucho gusto (sonríe) Y en el mío (señalando su reloj). El que lo coja del suelo, es, a su parecer, el elegido. Al cabo de un rato de paseo, o si le descubren, decide pedírselo de vuelta justificando la persecución por su timidez a preguntar.  El problema que tiene usted ahora es que yo encontré su objeto y no estoy dispuesto a devolvérselo. (El hombre de entre el Público reacciona nervioso). ¿Me he equivocado en algo? (El Hombre niega con la cabeza) Por suerte y por desgracia, somos animáles de hábitos, y usted de rituales. No puede volver a casa sin completar el ritual, así que me temo que vamos a tener que compartir escenario e historia.  ¿Puede decirme su nombre?


Hombre: (nervioso) James Kirk


James Kirk: De ahora en adelante, yo también seré James Kirk. Pasa. Pasa sin miedo. (El hombre sale de entre el público y se acerca a él). Puedes echarte donde quieras, hay suelo de sobra para los dos. Solo una mala noticia. Comida y bebida no hay, yo no la necesito, me alimento de historias. Compartiremos tiempo hasta que aguantes. Pero hoy no, necesito dormir, en eso aún nos parecemos. (De camino a la salida se da la vuelta). Puedes estar orgulloso, has sido elegido (muestra el reloj y le da unos toquecitos con el dedo índice. Sonríe y se va).


(El hombre queda congelado en el escenario, mirando hacia el público, con ojos encerrados, mandíbula apretada y atrapado por su propia trampa)