domingo, 26 de febrero de 2012

Muerte de un viajante

Nací y crecí escribiendo mi propia historia. Con brazo firme apunte con la pluma y disparé rayos de tinta sobre mi vida.

La escribí sin tachones ni espacios para respirar, con comas y puntos mal repartidos. Escuché mucho y hablé poco, alimentando mi lengua con letras mendigas en busca de una palabra donde vivir.

Me casé joven e igual me divorcié, dejando tras de mí dos hijos que me odian porque no les enseñe a preguntar.

No fui yo quien quiso divorciarse,  sino mi mujer, que quiso a un hombre que fue más amable que yo en un momento débil.

Luego fui yo quien se divorció de la vida, llamado por los amplios caminos del mundo. 

Me hice amigo de mis propios ecos, y subraye el silencio de una buena cerveza.

Estuve en muchos lugares. Encallecí dedos, ojos, boca, y conocí a mucha gente. Pero no fue hasta el final, en el último estertor de vida, cuando recordé lo más importante: Que siempre me falto una familia y nunca la busqué.

Ahora, trémulo de miedo e ira, duermo en mi tumba rodeado por el calor de cien familias que brindan en silencio por la flor que me fue arrebatada al nacer.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Personaje en busca de autor

Desde la ventana de un avión observo como un hombre se quita el bombín y saluda a las alturas en mi dirección. No conozco semejante personaje, ni en apariencia ni en semblante, porque es como una hormiga muy grande - y eso es apariencia y no semblante- , que come orugas sobre el peluquín de otro viandante -y en eso es recalcitrante-. Vaya rimas más ripiosas que me salen esta noche, debe ser por el vodka o por el ponche. No me libro de estos versos que sangran en mis manos, porque los apuñalo como si de un villano se tratara… ¡Por fin! Y por un momento vuelvo a la prosa, pero como es sosa me abandona, volviendo al verso que hace la vida más animosa. Y recitándolo como Serrat con almorranas, hago estas Mil y una noches más etérea, escuchando la carcajada del bombín hombre férrea, goteando en mi cabeza por semanas. ¡Qué digo! Se me fue el hilo de estos versiculillos, que ahora veo bajo esas faldas, tan oscuros y escondidos, como la sombra de un revólver sin gatillo guardado en sus bolsillos… Sin mujer y ego no soy persona, un Puñette sin mujeronas no es Puñette, aunque trabajen en las noches de vedette en mil escenarios de cabaret... ¿Qué es el amor? ¿Un espejismo tal vez? Y, si es así, ¿de que tamaño y forma es? Pues los hay curvos que agrandan y otros que empequeñecen, de mejor y peor material, si los enamorados los merecen. El precio lo pone su marco, que de segundos llena el horizonte, plegado de dulces melodías de sinsonte, los ojos que aguardan del mar su barco… Pero, ¿qué fue del bombín que el hombre se quitó?, ¿cómo fue que desde tan baja altura me vió? La respuesta sería difícil, de no ser porque yo ya la supiera, no siendo el avión otra cosa que mi imaginación, que durante el proceso de la creación un personaje febril la descubriera. Ahora me sigue para darle vida, aunque de horrores su alma esté embebida, y mi garganta de clamores que su llama apaga, exhorte a la noche que tanto aguarda en su soñar definitivo. Quién podría ser este hombre propietario de un nombre más que Conciencia, siendo el de su bombín la Culpa, que se quita y pone como al plato su especia. Pero calmo, a gran altura sobre él, no puede alcanzarme, aunque alquile barcos y corte la frontera que busca sisar su mano artera, hermana de la mía, esperando a que, por cansancio o por desgaste, aterrice al desarmarme. Pero del avión del verso en su suave caída, saldrá Puñette con nariz de payaso ungida, exclamando al hombre del bombín y a su ropa raída:


“¡Toma el dinero para comprarte un traje nuevo, que si vas a ser personaje en conciencia mía, que juzgará mis palacios y calles baldías, más vale que aprendas a mirar sin ningún peso, que escape de su balanza tu justicia, y con lustre en tus zapatos, que tuerzan mis noches en días, me susurres entre dientes los brillos por los que peco, más que por costumbre por albricia, sin que nadie lo sospeche, pues vas bien vestido, y eso en este avión siempre es bienvenido!”